viernes, 30 de diciembre de 2011

Año nuevo

En un primer vistazo cualquiera habría podido tener la razonable impresión de que aquel mundo no tenía nada de especial. Lo primero en lo que repararía un supuesto espectador sería en la leve opacidad que tiene todo aquello que alcanza la vista, como si los colores empezaran a sentir el peso de tantos años existiendo y se hubieran marchitado. Lo segundo sería la sobrecogedora quietud. Ni un sólo sonido, ni un sólo movimiento. Y pese a todo, está perfectamente poblado; casi en exceso, si se tenía en cuenta la cantidad ingente de personas que en aquella descolorida plaza se apiñan en torno a la torre del reloj, todos con la cabeza alzada a los cielos, hacia la enorme bóveda de cristal. Y es extraño ver el ambiente festivo y excitado de aquella masa en contraposición con aquella quietud hiriente en la que se hallan sumidos desde que el tiempo se detuvo sin piedad, dejando a cada uno en una posición a cada cual más extraña. La visión oscila entre lo tenebroso y lo bello, viendo tales desafíos a la ley de la gravedad sumados a la paradójica contraposición de lo que se ve, lo que se espera y lo que se siente.

Quizás en aquel momento, algo atraparía poderosamente la atención de nuestro hipotético espectador, y lo distraería en cierto modo de aquel torrente de pensamientos que despierta encontrarse en semejante mundo. Escucharía algo, alejado un poco de aquel tumulto. Más concretamente podría decir que lo que escucha son pasos, que aunque son un sonido tenue retumban como si se hallara en una enorme habitación vacía. La inminente curiosidad al descubrir tal desafío a la ley imperante le llevaría finalmente hacia el corazón de aquel mundo, hacia mi.

No podría precisar cuanto tiempo llevaba allí, y además me parecía un dato totalmente irrelevante. Toda mi atención estaba focalizada en aquella persona.

Y allí estaba él, a medio camino entre dos aceras, cruzando despreocupadamente la calle, como solía andar siempre, quizás encerrado en su mundo, con la cabeza medio volteada hacia un lado de la carretera, tratando de mirar algo que había captado su atención.

Un camión, no me atrevería a precisar su peso ni sus dimensiones, pero considerablemente grande, a escasos metros del paso de cebra, detenido en el tiempo a probablemente menos de un segundo de la colisón.

Durante mucho tiempo he tratado de analizar a su conductor. Quería buscar una causa, un motivo, algo que pudiera explicarme por qué iba a tanta velocidad, por qué no había frenado, por qué sólo tocó el claxon en el último segundo. Pero lo único que me permitía dilucidar la imagen estática de su rostro era una expresión de puro pavor. Ni arrepentimiento, ni culpa, ni somnolencia, ni embriaguez; sólo el más puro terror. Cada vez que lo miraba sufría una batalla interna, entre el más profundo y oscuro rencor que sentía por él y la inevitable lástima que me daba verle en aquella penosa situación: atrapado permanentemente en un momento donde confluyen millones de pensamientos y sensaciones para dar lugar a un único sentimiento, del miedo más absoluto ante el inevitable accidente. Quizás por eso nunca podía mirarle fijamente durante demasiado tiempo, aquella mueca contraída, aquella máscara enfermiza, era más de lo que podía soportar. Y, además, en el fondo de mi alma sabía que aunque hallara una razón para todo lo que había sucedido (o sucedería inevitablemente) no bastaría, no sería suficiente, no llenaría el vacío que poco a poco iba sintiendo crecer en mi interior.
Por otro lado tardé mucho en reparar realmente en qué situación me encontraba.

Lo primero que hice fue tratar de apartarle de la trayectoria de aquella parca metálica, pero era imposible. Al parecer, tenía el privilegio de poder estar exento de aquella maldición de Chronos, pero a su vez la limitación de no poder interactuar con ningún elemento del entorno.
Pese a la obvia imposibilidad de hacerlo tardé en asumirlo. Realmente, aunque me encantaría poder engañarme, creo que debo admitir que nunca llegué a asumirlo. No puedo especificar cuánto tiempo estuve tirando con firmeza de él hasta caer exhausto al suelo. ¿Minutos?¿horas?¿días?... difícil de precisar en aquellas circunstancias, donde el tiempo no era relevante en ningún modo. Cuando quedaba rendido, tirando sobre el asfalto, era cuando me permitía mirar alrededor y contemplar aquel singular espectáculo. En cuanto recuperaba las fuerzas volvía a la carga: una vez, otra y otra más. Siempre quedaba la pequeña esperanza de que en algún momento funcionara, y por esa mínima posibilidad no me iba a permitir rendirme en ningún momento.
Por suerte para mi, en ese tiempo sin tiempo no tenía ninguna otra necesidad. Nunca sentí hambre ni sed, ni sueño ni ganas de ir al baño. Sin embargo si que sentía algo: el hecho de poder
librarme de la prisión temporal tenía su precio. Notaba que, pese a no existir, el tiempo iba pasando para mi, se iba depositando lentamente, siendo cada vez una carga más pesada. Poco a poco iba notando cómo se acumulaba en mis articulaciones, cómo emponzoñaba mi ánimo, como hacía que mi corazón fuera encogiéndose y endureciéndose, lentamente, sin ninguna prisa pero sin cesar jamás.

En cierto momento me cansé de intentarlo. Al menos durante la mayor parte del tiempo, aunque de vez en cuando volvía a realizar pequeños intentos. Creo que fue durante ese tiempo cuando empecé a vislumbrar la razón de todos estos extraños sucesos.

Era un milagro, una oportunidad única. Pero sólo si así quería verlo, y si no lo enfocaba como un cruel castigo que ensalzaba la impotencia.

No me permitiría cambiar los sucesos, pero si al menos tratar de asumirlo y despedirme, mientras aún estuviera con vida (Si a ese estado se le puede llamar así).
Junto a ese convencimiento, me vino otro, cuyo origen no podría precisar: aquel momento interminable cesaría exactamente cuando yo quisiera. Cuando de verdad lo deseara, las ruedas dentadas del reloj que guía a nuestra realidad volverían a entrar en contacto, trayendo la vida a aquel mundo, y la muerte al mío.
Creo que mi primer impulso fue pensar en el suicidio. Algo pasional y absurdo, quizás quedarme a su lado y devolver el tiempo a su curso mientras le abrazaba. Quizás tratar de empujarle en el momento exacto, aunque era obvio que no había tiempo para eso. Me vinieron muchos pensamientos a la cabeza a la vez, la mayoría absurdos, simples productos de verme en posesión de tal poder, como las inevitables ondas que parecen en un lago al lanzar una piedra.
Cuando me calmé ya tenía una decisión firme. Pretendía despedirme, y sólo devolver todo a su ser cuando me viera preparado para ello. Una determinación infinitas veces más fácil de decir que de realizar.
Desde entonces, pasé todo el rato observándole, de arriba hacia abajo. Tratando de calmarme, de asumir todo, de dejar que sucediera lo inevitable. La verdad es que recuerdo que me sentí bastante afortunado al ver que el cese del paso del tiempo había coincidido con un momento de parpadeo. Una coincidencia casi increíble a la que estaba realmente agradecido. No creo que hubiera soportado mirarle a los ojos. Me habrían quemado por dentro con su fuego azul, y no habría podido reponerme de eso.

Y así quedó todo. Pasaron años y años. Quizás sólo 3 segundos. Sabía que todo iba a terminar y que el final estaba escrito, pero siempre veía oportuno aplazarlo un poco más. Siempre era buen momento para el último adiós, y ese adiós siempre era mejorable. Y así estuve atrapado en mi propia cárcel fabricada de impotencia y agradecimiento por la oportunidad.



En algún punto, como un flash, los colores recuperaron su intensidad, las calles su movimiento, el aire su ruido: alboroto, gritos de celebración, el principio de un frenazo y un golpe seco. En el mismo instante en el que me salpicaron gotas a la cara, mis rodillas flaquearon, vencidas finalmente por el cansancio acumulado.
Pese a toda la preparación, pese a haber podido despedirme, era imposible asumir algo que nunca había sucedido, por obvio que fuera.
Y por fin de mi interior salió aquel grito, un grito procedente de lo más profundo del alma, que se había ido cargado de desesperación durante todo aquel tiempo indefinible, pero cautivo hasta el momento por la mínima esperanza con la que negaba la realidad.

Y así, el mayor grito de agonía jamás oído rasgó los cielos, para inmediatamente quedar silenciado por una potente campanada que retumbó por toda la ciudad, seguida inmeditamente por una abrumadora voz colectiva que decía:
-"¡Feliz año nuevo!"


Creo que tengo fiebre.
Cuidaos.



lunes, 26 de diciembre de 2011

Samba

11 años. Es más de media vida mía. Es lo que hay.
26/11/12

sábado, 3 de diciembre de 2011

Raro

Gracias.

jueves, 17 de noviembre de 2011

El juego de la muerte

Hoy os vengo con un documental. No de esos de pingüinos en el ártico, o de cabras montesas. Si, si, lo se, que son muy monos, pero no, esta vez es algo más serio. Hay muchísimos documentales que me han encantado y sorprendido a la vez, así que...¿por qué este? pues sencillamente porque es el que he visto hoy, pero no tiene desperdicio.
El poder de la televisión y su influencia sobre las personas, en un ensayo que retoma los experimentos de Milgram para llevarlos más allá. (Para los que no sepáis que es eso de Milgram, os lo explican todo). Los resultados son, cuanto menos, desalentadores.













No podemos decir "yo no haría eso" o "si fuera yo...".¿Realmente puedes afirmar con toda seguridad qué reacciones tienes?¿Lo fuerte que eres?¿No estarás haciendo ya algo parecido sin darte cuenta?.
Es algo grotesco, pero lo único que podemos hacer es tener un sistema de valores férreo, y sernos fieles a nosotros mismos en toda circunstancia. Aprovechad al menos que no estamos en guerra, y el precio a pagar por manteneros firmes en vuestras creencias nunca llegará a extremos letales.
Que cada cual saque sus conclusiones.
Sed felices.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Sólo para ti

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Sin embargo...no pienso hacerlo. Porque estoy inexplicablemente contento. Aunque probablemente seguimos en la misma situación que siempre, y no haya avanzado hacia ningún sitio.

Pero, ¿sabes? me ha dado por recordar. Me ha dado por recordar cómo comenzamos este año y cómo lo pasé en aquel entonces. Y, realmente, soy feliz de poder ser una parte de tu vida, de poder verte sonreír desde un primer plano y no teniendo que fingir que tengo la vista perdida o que ando en mis cosas. Y esa felicidad puede parecer banal, estúpida... y es probable que lo sea, pero lo absurda no quita lo real.
Lo único que me jode es no poder decirte a la cara que soy feliz de poder volver a estar "bien" contigo, porque sé que crearía un momento incómodo, o que me mirarías con mala cara (o riéndote de mi es la otra opción) y dirías "Gilipollas..." sin más. Pero es algo que quería soltar, y por eso lo pongo aquí, ganándome probablemente el apelativo de "niñata adolescente" por tu parte.
Y si no fuera por saber que probablemente sería incómodo podría decirte con toda tranquilidad esas cosas. Cosas como que te quiero, y que lo sabes, y que todos los días tengo las ganas de gritártelo; porque lo siento, y porque he tardado más de un año en poder pronunciar esas palabras en voz alta y a la cara como para comérmelas con patatas. Y me tengo que conformar con decirlo alguna vez a media voz, tras habernos despedido y cuando ya te estás marchando para no ver tu cara.
Y creo que eso es todo. No sé si pasas por aquí, no sé si lees este reducto de egocentrismo, pero supongo que no importa si lo haces, porque probablemente esto no te diga nada nuevo.
No se cómo seguirá esto, y quiero pensar que no se cómo terminará. Y aunque las cosas no pinten bien muchas veces, aunque a veces sienta que juegas conmigo o que soy un puto pagafantas, o me ralle yo sólo sin más... me siento de puta madre cuando te veo feliz, y seguiré tratando de contribuir a tu felicidad como pueda, aunque sea por el egoísmo positivo de ser feliz yo también. Eres increíble, asúmelo, aunque al leer esto te parezcan gilipolleces.

Porque, pese a todo, no puedes hacerte a la idea de lo que me has aportado, y lo que a regañadientes he de conceder que te debo.

Quizás estemos así años, meses, quizás siempre de colegas, quizás más, quizás mañana mismo termine todo esto; quizás trate de volcar todo mi odio en ti, quizás trate de hacer una vida aparte, quizás acabes siendo la mejor apuesta que he hecho en la vida. Ni idea de qué va a venir, y realmente ahora mismo no me importa.
Porque a día de hoy, lo que tengo que decirte sin concesiones y pase lo que pase de aquí en adelante es bastante sencillo: Gracias por existir.

Y ahora, haz físico para bajar este chute de glucosa mal llevado.

martes, 1 de noviembre de 2011

Falsos mitos del deporte

Hoy vengo con un artículo bastante curioso y que alguno puede encontrar de utilidad. Son ciertas cosas, algunas obviedades enormes y otras no, os dejo de todas formas el enlace por si queréis echarle un ojo (sobre todo aquellos que suelen hacer deporte o cosas de esas)


Y para aquellos que no puedan descargar, no se fíen por los virus o les de pereza esperar 40 segundos, os transcribo todo el artículo (si, soy así, desprendido y con tiempo libre...o algo así xD)
Eso si, os perdéis todas las imágenes y eso.


Los falsos mitos del deporte (por Sara Álvar

Se transmiten de unos deportistas a otros pero con la mejor voluntad, sin que nadie le los cuestione. Algunos son inofensivos, pero muchos mitos pueden afectar muy negativamente a tu rendimiento y a tu salud. Muchas de estas creencias tienen unos efectos negativos inmediatos que te quitan las ganas de repetir esa práctica. Otros son menos evidentes, te afectan a largo plazo o requieren un esfuerzo o un gasto económico sin ofrecer nada a cambio. Hay para todos los gustos, pero estos son algunos de los más extendidos.


1.- Sudar adelgaza:

Es un clásico… pero puede resultar muy peligroso. Parece que todo el mundo lo sabe, pero todavía resulta frecuente observar deportistas entrenando con exceso de ropa o prendas no transpirables. También son muchos los que se meten a la sauna “para perder un poquito de grasa…”. Efectivamente cuando sudas pierdes peso. Pero lo recuperas inmediatamente al reponer los líquidos (imprescindibles para tu salud y tu rendimiento) que has perdido con la excesiva sudoración. El resultado es que has sometido a tu organismo a sobreesfuerzo y has limitado tu capacidad física sin obtener nada a cambio. Más aún, forzando la sudoración, afectas tu correcto estado de hidratación y haces peligrar tu salud, pero no pierdes ni un gramo de grasa.

2.- Las agujetas desaparecen tomando agua con azúcar:

Todos hemos tenido ese dolor muscular horas después de realizar un ejercicio intenso o prolongado fuera de lo habitual. Por fortuna, es una lesión pasajera sin mayores complicaciones. Lo mejor es prevenir su aparición, iniciando los nuevos ejercicios de forma progresiva en intensidad y duración. Pero el agua con azúcar no sirve para nada. Esta “solución” se debe a la antigua explicación que justificaba las agujetas en la aumulación de cristales de ácido láctico en los músculos tras un esfuerzo intenso, que provoca dolor articular y al presionar la zona afectada. Estos cristales desaparecerían al fundirse y ser arrastrados por la sangre que pasa por el músculo, por lo que se recomendaba agua con azúcar (a veces con limón) para que esos cristales desapareciesen o incluso no llegaran a formarse. Pero al extraer fibras musculares a un sujeto después de un ejercicio intenso, mediante una biopsia muscular, no se han podido encontrar nunca cristales de ácido láctico. Los estudios también han comprobado que el lactato sale pronto del músculo y va a la sangre, donde es eliminado en los minutos siguientes al ejercicio, en un proceso que se ha completado en menos de una hora. Estas y otras evidencias han hecho que la teoría de las agujetas provocadas por la acumulación de cristales de ácido láctico haya quedado obsoleta. Entonces… ¿qué ocasiona las agujetas?. Las investigaciones parecen indicar que están causadas por la práctica de ejercicios en los que predominan las contracciones excéntricas, que son aquellas en las que el músculo se acorta a medida que se desarrolla la tensión (por ejemplo, en una sentadilla, cuando bajas). Este tipo de contracciones genera tensiones muy elevadas en el músculo, cuya repetición en una persona no entrenada provoca micro-roturas en las estructuras musculares. Por eso, genera más agujetas bajar escaleras que subirlas. Si no estás muy bien entrenado, debes moderar los esfuerzos en los que se realiza una intensa contracción excéntrica, como los saltos o las “fases negativas” de los ejercicios de pesas.

3.- Si toma muchas proteínas, me pondré más fuerte:

Existen en el mercado suplementos de proteínas que prometen aumentar la masa muscular. Están generando una falsa esperanza en el consumidor porque, aunque las proteínas ingeridas posibilitan el correcto anabolismo de los aminoácidos, por sí solas no aumentan la masa muscular. El entrenamiento deportivo es la base de la musculación y las proteínas necesarias para el proceso pueden perfectamente ser ingeridas con una dieta equilibrada por la mayoría de los individuos. No obstante, estos suplementos pueden resultar útiles para ciertos deportistas, pero siempre tomados con moderación, porque un exceso de proteínas es perjudicial para el organismo (sobrecarga el hígado y los riñones).

4.No bebas agua durante el ejercicio para evitar el flato

No beber agua durante el ejercicio es una práctica muy extendida entre algunos deportistas para evitar que aparezca el flato. Esta es una molestia que seguro que has experimentado en forma de punzadas, dolores bruscos o espasmos que aparecen en el costado derecho, habitualmente cuando estás empezando a entrenar o competir.

La causa del flato no está clara, aunque es posible que sea debido a diversos motivos, entre los que destaca un flujo de sangre y oxígeno inadecuados a los músculos respiratorios: diafragma e intercostales. El ejercicio que hace trabajar grandes grupos musculares produce una gran desviación de flujo sanguíneo. Como el reajuste del flujo sanguíneo no es inmediato, algunos músculos, como los respiratorios, se ven obligados a satisfacer sus elevadas necesidades energéticas sin un flujo sanguíneo adecuado, desencadenando un síntoma doloroso, el flato, que produce dificultad respiratoria y a veces nos obliga a detener el ejercicio.

No obstante, el comienzo de este dolor es impredecible y su naturaleza resulta todavía imposible de explicar con certeza. Pero lo que está claro es que no es una buena idea dejar de beber durante el ejercicio porque no está demostrado de ningún modo que se prevenga el flato y lo que es seguro es que el agua es imprescindible para el correcto equilibrio y funcionamiento de nuestro cuerpo, más aún durante la actividad física. Lo mejor es que bebas agua frecuentemente y a pequeños sorbos. Nunca te des un "atracón" porque eso sí perjudica tu rendimiento.

5. Cuando dejas de entrenar, el múculo se convierten en grasa

Grasa y músculo son dos tejidos diferentes que no pueden bajo ningún concepto transmutarse el uno en el otro. Es frecuente que deportistas que dejan de entrenar pierdan masa muscular. Si mantienen su ingesta de calorías ahora que su gasto es menor (hacen menos ejercicio y su metabolismo basal ha disminuido al perder músculo) es posible que ganen grasa. Pero en ningún caso se puede transformar el músculo en grasa, ni a la inversa.

6. Trabajar por separado los abdominales inferiores y los abdominales superiores

Es muy frecuente, incluso entre deportistas experimentados, ejercitar los músculos abdominales de una forma inapropiada, derivada de la diferenciación de esta musculatura por segmentos: movilizar el tronco para desarrollar la porción superior del abdomen, y pelvis y piernas para desarrollar la porción inferior. Esta idea se ha sustentado en la sensación de tensión que sentimos en la zona inferior del abdomen al realizar ejercicios de elevación de piernas.

Esta tensión es en muchas ocasiones generada por el psoas ilíaco, un poderoso músculo que se inserta cerca de los abdominales inferiores y que se utiliza constantemente al andar, subir escaleras, elevar las piernas cuando estamos tumbados, etc. Esta confusión ha provocado que durante años se hiciesen por un lado ejercicios para la parte superior del abdomen, y por otro, ejercicios para la parte inferior. Pero esa diferenciación ha pasado a la historia, porque los estudios más recientes demuestran que en todos los ejercicios en los que interviene el recto abdominal la actividad muscular es mayor en su porción superior, incluso en las elevaciones de piernas. El recto anterior del abdomen se activa en su totalidad, no por partes, y así lo demuestran los registros de la actividad eléctrica desarrollada en cada porción del abdomen en los diferentes tipos de encogimientos abdominales.

Los abdominales inferiores no se pueden trabajar de forma aislada. Es más, muchos de los ejercicios que conocemos como "abdominales inferiores" están contraindicados por potenciar más bien el psoas ilíaco, un músculo que tiende al exceso de tono. Podemos hacer una diferenciación metodológica entre de los ejercicios en función del segmento que movilizan: tronco (evitando la separación completa del suelo) y pelvis, quedando las piernas fuera de esta clasificación si nos atenemos a la salud.

7. Cualquier ejercicio es bueno para la salud

Un ejercicio físico bien planificado y dosificado resulta muy beneficioso para la salud y el bienestar. Pero no todos los ejercicios son adecuados para todas las personas, y si quieres disfrutar de los beneficios del deporte debes llevar una buena alimentación y abandonar los malos hábitos. Una técnica incorrecta o un mal calentamiento pueden ocasionar lesiones musculares y de articulaciones. Intensidades no adecuadas a nuestra edad o estado físico pueden ocasionar alteraciones cardiovasculares, respiratorias o el empeoramiento de otras patologías.
Es muy frecuente observar a deportistas novatos (y no tan novatos) realizar ejercicios o maniobras muy poco recomendables.

8. "Hago abdominales para perder tripa"

No existen ejercicios que hagan perder grasa de una zona concreta del cuerpo. La pérdida de peso localizada es una falsa creencia que aprovechan los anunciantes y algunos centros para vender productos. Cuando realizas un determinado ejercicio, por ejemplo encogimientos abdominales, estás produciendo un gasto calórico. Si el balance entre las calorías consumidas e ingeridas resulta negativo, entonces este ejercicio habrá contribuido a que se produzca una pérdida de tejido graso en todo tu cuerpo. Pero no de forma específica en los odiados ?michelines?, porque las grasas no se eliminan en mayor grado encima de los músculos que ejercitamos. Cada persona acumula grasa en un lugar distinto según su tipología (caderas, abdomen, piernas, etc.). Generalmente queremos perder grasa precisamente en esas zonas que son nuestro depósito y resultan las más resistentes a la pérdida. Si te pones a régimen, probablemente serán las últimas que "aligeres". Es muy frecuente encontrar chicas que empiezan a correr para afinar sus piernas y adelgazan sobre todo en el tren superior sin ningún cambio aparente en las zonas que más trabajan. No te obsesiones, cada persona tiene una tipología. Acepta tu cuerpo y trata de sacarle el mejor partido, porque (nos tememos) que no se puede adelgazar por partes. Al menos "por las partes" que a cada uno nos gustaría.

9. Nadar es el mejor ejercicio para los problemas de espalda

Existe la creencia bastante popular, también entre los médicos, de que la natación previene y corrige las desviaciones de la columna vertebral. Puede resultar de gran ayuda, aunque no constituye un tratamiento y no debe utilizarse como terapia exclusiva. Debes tener en cuenta que no todos los estilos son beneficiosos para todas las dolencias por lo que debes enterarte cuál es el estilo más adecuado para tu problema y asegurarte que tu técnica es la correcta. Pero la natación no sustituye a la fisioterapia ni a los trabajos de compensación y potenciación. Con un trabajo correcto de pesas o autocargas es posible potenciar las zonas que más lo necesitan de un modo mucho más concreto. Eso sí, es necesario que las cargas se adapten al problema y que la ejecución técnica de los ejercicios sea la correcta, por lo que asegúrate que supervisa tu entrenamiento un especialista.

10. Los ejercicios aeróbicos son los mejores para adelgazar

Es cierto que los ejercicios aeróbicos son los que más calorías queman. También es verdad que si son prolongados, tu cuerpo podrá utilizar las grasas almacenadas como combustible, por lo que resultan muy adecuados para perder peso y reducir grasas. Pero más eficaz todavía resulta la combinación de este tipo de ejercicios con entrenamientos de fuerza porque, aunque el gasto calórico durante el ejercicio no es tan importante, vas a seguir quemando calorías cuando termines de entrenar. Cuando aumenta tu masa muscular, crece también el número de calorías que quemas a lo largo de todo el día, incluso durante los momentos en los que estás en reposo.

11. Consumir azúcar antes de entrenar aumenta el rendimiento

Los hidratos de carbono son la principal fuente de energía del músculo; son muchos los deportistas que piensan que tomando azúcar, bebidas muy dulces, etc. antes del ejercicio van a aumentar su rendimiento. Pero ingerir azúcares provoca una liberación de glucosa en sangre, y una liberación de insulina desde el páncreas, proceso que puede desencadenar una hipoglucemia (descenso drástico de la glucosa en sangre), precipitando la aparición de fatiga si realizas una actividad intensa, ya que el músculo no puede encontrar energía para mantenerla. Durante el ejercicio,el objetivo no debe ser aumentar mucho los niveles de glucosa en sangre, sino mantenerlos en valores normales. Para ello es conveniente ingerir hidratos de carbono complejos en cantidades moderadas durante los entrenamientos o las competiciones largas.

En caso de ingerirlos antes del ejercicio, hazlo como mínimo 40 minutos antes de comenzar.

12. Contener la respiración para hacer más fuerza

La Maniobra de Valsalva es un procedimiento respiratorio que realizamos de forma instintiva frecuentemente en los ejercicios de musculación o esfuerzos máximos. Consiste en una espiración forzada contra la glotis cerrada, de modo que afrontamos el ejercicio conteniendo la respiración. Provoca un gran esfuerzo en el diafragma, los abdominales, y los músculos respiratorios. También incrementa la presión torácica y puede dificultar el retorno venoso, lo que resulta especialmente peligroso si padeces hipertensión, diabetes o enfermedades del corazón. Debes respirar con normalidad durante el ejercicio. Muchos autores recomiendan espirar durante el levantamiento e inspirar cuando se baja el peso.

Si tienes que deteriorar la técnica o realizar esta maniobra para completar todas las repeticiones, es muy probable que la carga sea demasiado elevada. Es mucho mejor trabajar con menos peso y realizar el ejercicio correctamente.

13. Todos los deportistas tenemos que tomar suplementos vitamínicos

Las vitaminas son fundamentales para el buen funcionamiento de nuestro cuerpo y no pueden ser sintetizadas por el organismo, así que deben ser ingeridas con la dieta. Debido a su importancia para la salud y el rendimiento, ensalzada por la publicidad, muchas personas ?deportistas y no deportistas- toman grandes dosis de vitaminas sin prescripción médica.

Se trata de un error porque una dieta variada, rica en frutas, verduras y hortalizas, aporta normalmente suficiente cantidad de todas las vitaminas. Algunos deportistas pueden tener deficiencias por el mayor desgaste que el esfuerzo físico produce. Pero no tomes complejos vitamínicos de forma indiscriminada porque un exceso de ciertas vitaminas también puede resultarte perjudicial. Sólo un especialista en medicina debe valorar qué déficit tienes y qué producto es el más adecuado.

14. Las embarazadas no pueden hacer abdominales

Es aconsejable mantener el tono con movimientos adaptados, ya que facilita el parto y evita los dolores de espalda fruto de la descompensación entre los lumbares (mucho tono) y los abdominales (bajo tono). Pero todo depende del momento del embarazo y del tipo de abdominal. No son recomendables los intensos, con flexiones acentuadas de tronco, ni se recomienda trabajar este grupo en las ocho primeras semanas de embarazo, ni el último mes antes del parto.

15. Cuanto más entrenas, más avanzas

¿Haces tu rutina de siempre pero ya no avanzas? Esto se debe a que el cuerpo se acostumbra pronto a los tipos de estímulo y tienes que cambiar para que mejore. Prueba con otros tipos de entrenamiento: series en el entrenamiento aeróbico, pirámides en la sala de pesas, etc. Si te gustan las clases colectivas... ¿por qué no cambiar de disciplina? El caso es no seguir invirtiendo tiempo y esfuerzo en un camino que ya no te da los mismos frutos. Seguramente, puedas volver a esa rutina dentro de unos meses, cuando tu cuerpo y tu mente hayan descansado.

16. Dúchate con agua fría o caliente inmediatamente después de entrenar

Durante el entrenamiento, nuestra temperatura se eleva considerablemente. Cuando te metes en la ducha de agua caliente justo después de terminar, tu cuerpo no pierde calor e incluso puede aumentarlo, por lo que empezarás a sudar según salgas de la ducha. Si el agua está fría, entonces se producirá una vasoconstricción de los vasos de la piel por lo que el calor queda en el interior y seguiremos sudando después de secarnos.

Es recomendable realizar una vuelta a la calma antes de ducharnos, que sirva entre otras cosas para disminuir el calor interno de nuestro organismo. Una vez en la ducha, usa agua templada y aplica el chorro sobre cuello, muñecas e ingles, pues así ayudarás al cuerpo a disminuir el calor residual.

17. Beber refresco de cola ayuda a recuperarse

El bajo contenido en sal de los refrescos de cola puede provocarte una caída de tensión si sólo consumes esta bebida durante un esfuerzo de larga duración. Además, la cola es demasiado rica en azúcares y muy ácida, por lo que puede producir problemas gástricos. La cafeína que contiene pasa más despacio a la sangre que en el caso del té o el café, por lo que su efecto estimulante se debe principalmente a los hidratos de carbono. Por último, esta bebida es nefasta para la primera fase de la recuperación, cuando el cuerpo está todavía deshidratado.

18. Para saber cuánto peso levanto, tengo que llegar al máximo

En el trabajo de fuerza, el peso máximo con el que puedes realizar una repetición (1RM) de un determinado ejercicio resulta un dato fundamental. Va a servirte para calcular las cargas que debes mover en ese ejercicio en función de los resultados que persigas.

Pero llegar al máximo no siempre es recomendable. Supone un riesgo de lesión y una importante sobrecarga. Si no eres un deportista de elite que necesita conocer el dato con total exactitud, puedes calcular tu fuerza máxima teórica en un ejercicio a partir de cargas submáximas, con esta sencilla tabla:

Nº máximo
de repeticiones % de la carga máxima
levantada una sola vez
1RM 100
2RM 94
3RM 91
4RM 88
5RM 86
6RM 83
7RM 81
8RM 79
9RM 77
10RM 74
11RM 71
12RM 68
13RM 65
14RM 63
15RM 60


Utilizarla es muy sencillo. Coge un peso que puedas mover con comodidad, aunque con esfuerzo, y realiza todas las repeticiones que puedas hasta llegar al fallo muscular. Es muy importante que no trates de realizar más repeticiones a base de desvirtuar la técnica del ejercicio o implicar otros grupos musculares. Mira en la tabla a qué porcentaje de tu fuerza máxima en ese ejercicio corresponde ese número de repeticiones y calcula así cuál es tu fuerza máxima teórica. Basta una sencilla regla de tres.

19. No salgas a correr sin desayunar

Si practicas algo de deporte nada más levantarte, es mejor que dejes el desayuno para después, siempre que tu actividad no se prolongue más de una hora y sea de intensidad moderada. Durante el ejercicio, el cuerpo debe redirigir el flujo sanguíneo desde los músculos del estómago hacia los músculos implicados en el movimiento, por lo que el alimento que tomes no será digerido a tiempo para aportarte energía. Tiene más importancia lo que cenaste la noche anterior. Debes tomar una cena rica en hidratos de carbono que serán consumidos por la actividad intensa del día siguiente, con algo de proteínas para mantener y reparar el músculo.

Eso sí, si el ejercicio que realizas nada más levantarte es de larga duración o muy intenso, no te va a quedar más remedio que levantarte más temprano y darle tiempo a tu cuerpo de digerir el desayuno. Cada persona es distinta, pero no sirve media hora. Tus sensaciones te ayudarán a calcular cuánto tiempo necesitas para digerir cada tipo de desayuno.

20. Para perder grasa hay que entrenar a 160 pulsaciones

Pues no exactamente. El entrenamiento que más grasas ?quema? mientras lo estás realizando es aquel que se prolonga más allá de los 40 minutos y que tiene una intensidad de entre el 70 y el 85 % de nuestra capacidad máxima. ¿Y cuántas pulsaciones es eso? Pues va a depender del individuo. El método Karvonen es una buena manera de calcularlo. Para empezar, tienes que calcular cuál es tu frecuencia cardiaca máxima. Si no puedes hacerte una prueba de esfuerzo, haz una estimación aproximada restándole a tu edad a 220. Después tienes que tomarte las pulsaciones en reposo y restarle el resultado a tu frecuencia cardiaca máxima. El resultado es tu frecuencia cardiaca residual, que es el margen de pulsaciones en el que vas a poder trabajar (no puedes bajar de tu frecuencia cardiaca basal ni subir más allá de tu frecuencia cardiaca máxima).

Karvonen propone que calcules el porcentaje al que quieres trabajar sobre la frecuencia cardiaca residual (que es tu margen real de trabajo) y le sumes al resultado tu frecuencia cardiaca en reposo.


Por ejemplo: una persona de 30 años, que tiene una frecuencia cardiaca en reposo de 60 ppm y quiere trabajar al 60%.

Frecuencia cardiaca máxima: 220-edad= 220-30=190 ppm
Frecuencia cardiaca de reserva: F.C.max.- F.C.en reposo= 190-60= 130 ppm
Porcentaje al que queremos trabajar: 70%
60% de la F.C. residual (130): 91
Pulsaciones a las que debemos trabajar: 91 + 60 (F.C. en reposo)= 151

Para trabajar al 70% esta persona debe trabajar a 151

21. Las chicas que hacen pesas se ponen demasiado fuertes

Es muy frecuente que las chicas que llegan a un gimnasio rechacen el entrenamiento de pesas por considerar que pueden adquirir un aspecto masculino. Se encuentran en un error, porque su genética y los bajos niveles de testosterona que caracterizan a las mujeres, hacen que el crecimiento muscular sea muy pequeño en el caso de las chicas. Más bien al contrario, el entrenamiento de pesas puede ayudar a muchas a las mujeres a tonificar y potenciar algunas "zonas clave" especialmente femeninas. Sólo las deportistas de élite de algunas especialidades deportivas tienen un aspecto musculado, que han conseguido después de muchos años de entrenamiento. Chicas, podéis estar tranquilas... sólo os vais a poner "cachas" si ese es vuestro objetivo y trabajáis mucho por conseguirlo.

22. En esfuerzos de menos de una hora, no es necesario beber agua

En una hora, no hay tiempo para deshidratarte, por lo que algunos estudios concluyeron en el pasado que durante ese tipo de esfuerzos no es necesario beber agua, especialmente cuando hace frío y no se suda. Pero las pérdidas de agua provocan una disminución de las capacidades físicas y una bajada del rendimiento, debida al sobrecalentamiento corporal desde el principio del esfuerzo. Tiene también repercusiones negativas en la eliminación desechos y los procesos digestivos, así como sobre los músculos y los tendones. Por eso debes beber incluso en los esfuerzos de media hora.

Existe otro factor importante: cuando las reservas de azúcar del músculo se agotan, este recurre a la glucosa de la sangre, que también alimenta al cerebro y el deportista corre el riesgo de sufrir un desvanecimiento. Para que puedas continuar el esfuerzo es conveniente que bebas una solución energética poco concentrada a intervalos regulares antes de que aparezca la hipoglucemia, después es demasiado tarde. Puedes comenzar desde los primeros minutos del entrenamiento o la competición.

23. El marisco no es alimento adecuado para deportistas

El marisco tiene tantas proteínas como la carne y el aliciente adicional de que está prácticamente desprovistos de grasas. Una ración de marisco alimenta igual o más que un solomillo y proporcionan más minerales y oligoelementos. Esta es una gran ventaja para los deportistas que limitan las calorías pero necesitan un aporte extra de minerales como hierro o magnesio y oligoelementos como el cobre o el cinc; por lo que resultan un alimento delicioso y muy recomendable. Quizá deben su mala fama a que un solo marisco que no esté fresco puede provocarte una gastroenteritis, uno de los grandes enemigos de cualquier deportista, especialmente cuando se acerca una competición. Pero basta una cocción en agua hervida para consumir sin riesgos este tipo de alimentos.

24. Según llego a meta me tumbo a descansar

Durante el ejercicio, la demanda de sangre de los tejidos que se encuentran trabajando es muy alta y aumenta la frecuencia cardiaca y el retorno venoso. Este retorno se consigue gracias a diferentes mecanismos, y uno de los más importantes es el que se conoce como "bomba del músculo esquelético". Cada contracción muscular presiona las venas e impulsa la sangre de vuelta al corazón, cuando cesa la contracción, la sangre tiende a caer hacia abajo, pero no lo hace gracias a unas válvulas de las venas, hasta que una nueva contracción vuelve a impulsar la sangre hacia arriba.

Una parada espontánea e inmediata del ejercicio, especialmente si te encuentras en un ambiente cálido y húmedo, hace desaparecer este mecanismo de retorno venoso, aunque los requerimientos de sangre de los tejidos que han sido sometidos a un trabajo intenso todavía son altos de modo que se produce una sobrecarga de los otros sistemas que aseguran el retorno venoso, pudiendo retrasar considerablemente la recuperación.

Lo mejor tras una actividad aeróbica es disminuir la velocidad progresivamente, para que cuando el mecanismo de bomba músculo-esquelético se pare definitivamente los otros mecanismos de retorno venoso puedan asumir el trabajo sin complicaciones.

25. Todas las grasas son perjudiciales para los deportistas

Ciertas grasas, especialmente las que se encuentran en la carne de pescado, pueden ser beneficiosas para los deportistas. Los ácidos grasos esenciales, mejoran nuestro sistema inmunológico, y es imprescindible ingerirlos en la dieta, dado que nuestros tejidos no pueden fabricarlos y dependemos plenamente de la alimentación para satisfacer nuestras necesidades. Por eso, es bueno comer pescado azul rico en grasas varias veces por semana. Así que no dudes en incluir en tu menú pescado azul (atún, caballa, salmón, anchoas), rico en grasas.

Espero que alguien pueda encontrar algo de esto útil. ¡A cuidarse y hasta pronto!.

sábado, 22 de octubre de 2011

Tomb Kuplux 3

La aventura prosigue, pero esta vez soy el cámara de los comentarios insulsos y no el protagonista sosuno de los 2 anteriores :D



¡Hasta más ver!

lunes, 17 de octubre de 2011

Yo (a.k.a. egocentrismo redundante)

Pronto empezarás a conocerme.
Suelo ser bastante bipolar; un día me verás a todo y otro encerrado en mis pensamientos. Un día me verás hablando a gritos, poniendo voces y diciendo tonterías, y otro mirando hacia adelante sin querer hablar. Quedar una racha de días y desaparecer otra temporada.
Realmente cuando me conoces acabo siendo bastante simple, y hay una lógica detrás de cada acción. Al principio como novedad soy interesante, pero el tiempo me puede hacer cargante o tedioso.
Aun así, todo puede ir perfectamente, y sólo tengo un pequeño favor que pedirte. No soy yo quien puede calibrar si es algo extremadamente fácil o complicado (aunque me incline más por la primera opción);

No te enamores de mi.

Hazlo por ti, soy esa clase de cosa de la que tu madre te apartaría dándote golpes en la mano diciendo "caca, caca, eso es malo"
Y hazlo por mi, porque no hay nada que me haga sentir peor que convertirme en lo que más odio, que hacer lo mismo que me produce tanta frustración.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Les Luthiers

Pensaba dedicarles una entrada tarde o temprano y creo que ya era hora.
Para aquellos que no les conozcan (pobres de ellos xD), Les Luthiers son... cómo definirlos... tirando de wikipedia: "Grupo argentino de humor que utiliza la música como elemento fundamental de sus actuaciones, en las que utiliza instrumentos informales creados a partir de la vida cotidiana".
Si, quizás eso se aproxime más a lo que son. En cualquier caso les recuerdo con especial cariño po lo que me hicieron reír hace años y aún ahora cuando les sigo viendo, tanto con su introducción a las obras (que, en general, atribuyen a un personaje ficticio llamado Johan Sebastian Mastropiero, cuya biografía es cuanto menos interesante) como en las obras propiamente dichas, que suelen comenzar "normales" hasta que poco a poco van pasando las cosas.
Es un tipo de humor tan sencillo y en ocasiones tremendo, además del tono culto que tiene cada introducción, que les hace ciertamente especiales.
Pero las descripciones están de más si podéis verles sin más sobre el escenario:











Espero que os guste, quizás soy muy simplón para el humor, pero me parecen increíbles y quería compartirlo.
Por supuesto tienen miles más, si os gustan ¡tenéis aún unos cuantos por ver!.
¡A cuidarse!




lunes, 19 de septiembre de 2011

Doctor cat, doctor cat

Un webcómic que me enseñó un colega y que he decidido compartir aquí (está en inglés, es lo malo).
¡Oh, venga!¡Es un gato!¡Un gato que ejerce de médico!¡Y habla! Tenéis que adorarle. Yo lo hago U_U (Os sonará de mi foto principal del tuenti los que tengáis la desgracia de tenerme agregado)


Deleitaos.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Click

Os dejo algo tan simple como entretenido.
Muchos cuadraditos, de izquierda a derecha está la secuencia temporal, de arriba hacia abajo los tonos.
Id clickeando y cread, sin más.

Y cuando os canséis de crear pensando en tonos y demás, haced dibujitos para ver como suenan, todo acaba sonando bien xD


Pasadlo bien.

lunes, 29 de agosto de 2011

Profesor@s que...

Esto es una recopilación de estados de tuenti de un colega de clase (Alberto Cabañas Cob, con todos los derechos reservados, blog : http://mividasiendoyo.blogspot.com/ ) del tipo grupos de facebook en base a algún acontecimiento absurdo que sucediera en clase cada día. Probablemente a vosotros no os diga mucho, pero cada vez que los leo recuerdo bastantes momentos absurdos y de risas, y sólo leyéndolos ya veréis que hay algunos jodidamente raros xD.

Profesoras de Genética que quieren ser amish para no tener cáncer.
Profesoras de Genética que usan bata y fular aunque el resto de mortales se achicharren vivos.
Profesores de Psicología que afirman que la homosexualidad dejó de ser enfermedad porque un lobby terrorista gay amenazó a los psiquiatras.
Profesoras de Microbiología con una sexualidad muy amplia.
Profesores de Microbiología que prefieren el queso curado.
Profesoras de fisiología que se preocupan porque no tomas suficiente yodo.
Profesoras de Microbiología a las que les indigna como dicen los suecos "ADN"
Profesoras de Microbiología que se ponen del lado de las bacterias porque saben que dominan el mundo.
Profesores de Anatomía que han visto correr a pollos sin cabeza
Profesores de Anatomía que no duermen pensando como convertimos los impulsos nerviosos en imágenes
Alumnos de Medicina que no saben medicina, pero saben donde comprar botas a buen precio.
Profesores de Fisiología que gustan de torturar gatos
Profesores de Anatomía que tienen fierohormonas. ¡Cuidado!
Profesoras de Bioquímica que son grandes defensoras del colesterol y lo dicen en clase. Muchas veces.
Profesores de Anatomía que atracan bancos porque se lo ordena su córtex prefrontal
Profesores de Anatomía que toman los apuntes con letra gótica.
Profesoras de Epidemiología que ven "El Programa de Ana Rosa" durante las prácticas.
Profesoras de Epidemiología a las que le gusta beber el tinto de la casa.
Profesores de Fisiología que se preocupan de hablar de los genitales.
Profesores de Anatomía que usan libros que se editaron solo una vez. En Argentina. En el año 78
Profesoras de Bioquímica que no se fían de los esquimales.
Profesoras de Epidemiología que se comen tu pollo.
Profesoras de Fisiología que se cagan de miedo. Literalmente.Por culpa del sistema nervioso autónomo.
Profesoras de Epidemiología que tienen pesadillas con niños obesos (que no es lo mismo que gordos).
Profesoras de Fisiología cuyo dios es la angiotensina II
Psiquiatras que quieren saber si disfrutas mas cuando entra, cuando sale, o cuando lo retienes dentro.
Profesores de Anatomía que eyaculan hacia dentro, como los indios.
Profesoras de Fisiología que comen anchoas para demostrar su capacidad renal.
Profesoras de Fisiología que comen morcillas para absorber mejor el hierro.
Profesoras de Fisiología que quieren contarnos lo que van a hacer el puente porque es muy divertido.
Profesoras de Organografía que juran por dios perseguir hasta el fin del mundo a quién intente grabrarlas.
Profesoras de Fisiología que tienen la fuerza masticatoria de un tiburón.
Profesoras de Organografía que se ríen de ti si les dices que una pregunta es dificil.
Profesoras de Fisiología que regulan la respiración voluntariamente porque tocan la gaita.
Profesoras de Epidemiología que intentan acostar a recién nacidos boca abajo.
Profesoras de Fisiología que corren el Tour de Francia mientras ven Los Pilares de la Tierra
Profesoras de Epidemiología que creen que los niños deformes son producto de relaciones con el diablo.
Profesoras de Epidemiología que van al bombo de la lotería a comprobar que está su número
Esta entrada quizás es más para mi para leerla, pero igual os hace reir un poco alguna de las absurdeces que contiene y pensar que detrás de cada una hay eventos verídicos :D
Además así recuerdo esos años y los desvaríos que montábamos.
A cuidarse y suerte con las recuperaciones, que creo que todos andamos algo quemados con eso.


martes, 23 de agosto de 2011

Quiero

Por un momento quiero alejarme de mi vida actual. Hacer una pausa para reflexionar, analizar mis motivaciones y expectativas. Por un momento no quiero saber nada de Tres Cantos, nada de Azca, nada de Parkour, nada de Medicina. Y entonces, ¿Qué quiero?

Quiero correr, correr sin más, disfrutando cada nueva pisada, contemplando el cambio gradual del paisaje, centrándome en la respiración. Que durante un tiempo sólo exista inspiración, espiración, inspiración, espiración… una realidad tan simple pero llena de matices.

Quiero subir a un escenario y soltar todo lo que llevo dentro. Cantar con el alma, sin que importen detalles insulsos como que suene mal o bien, simplemente liberarlo todo, con calma al principio y con rabia apasionada al final, hasta que la garganta sangre y esa sangre desborde el escenario y llegue al público. Y seguir ese ritual tan íntimo y a la vez tan público, acompañado quizás por una guitarra o un violín o quizás un piano, tocados por personas que, movidas por el mismo instinto que yo, quieran unir la sangre que derramen sus manos a la mía, creando una conexión que vaya más allá de las palabras, los hechos o las imágenes.

Quiero ver magia, luz y color fundiéndose en un arriesgado baile, tratando de dominarse mientras institntivamente se complementan. Formas luminosas en movimiento en mitad de la noche. Quizás arte. Quiero ver esas cosas que liberan mi mente de toda preocupación, y que reclaman para sí toda mi esencia durante un breve pero inigualable instante.

Quiero escuchar música; pero no oírla, sino escucharla. Quiero notar cada acorde robándome a bocados trozos de mi corazón, quiero vivir cada palabra de la letra. Quiero escuchar los graves retumbándome por todo el cuerpo, resonando en mi interior, de la cabeza a los pies con pasaje de vuelta. Entrar en ese estado al que sólo pueden llegar los incautos que abren su ser a la música y quedan por breves instantes sometidos a ella.

Quiero bailar. Como si supiese, como si pudiese vivirlo. Como si pudiese expresarlo. Como si fuera algo tan natural y espontáneo.

Quiero escuchar nuevas historias. Nuevos personajes en mundos deliciosamente ficticios o duramente reales, que se desenvuelven a lo largo de su vida con un encanto personal que logre despertar irracionalmente nuestros sentimientos, ya sea en una respuesta de afecto o de odio. Quiero que se me brinde ese extraño don de vivir millones de vidas alternativas, cada una única e irrepetible.

Quiero contemplar la luna presidiendo el firmamento durante toda la noche. Pero no una luna cualquiera. Quiero contemplar la luna más grande que jamás haya visto, que sea capaz de competir con el sol con el poder de su brillo mortecino, iluminando todo pero con suavidad, con cariño, sin quemar; dando un nuevo aspecto a todo lo que ya creía conocer.

Quiero bucear. Quiero conocer ese misterioso mundo que yace bajo el agua, tan cerca y a la vez tan lejos; disfrutar de sus misterios, regodearme en el miedo irracional que produce algo tan distinto, desconocido y, por ende, hermoso.

Quiero poder pasear por la calle sin más, rodeado de perfectos desconocidos, destacando entre la masa informe con mi mejor sonrisa. Y poder alimentarme de las sonrisas que pueda alentar en esa gente distante; esas sonrisas puras, desprovistas de cualquier tipo de expectativa, de anhelo, de deseo o de interés.

Quiero viajar. Conocer en cada momento lugares personas y culturas imposibles. No cesar de alimentar nunca esa necesidad de ver algo nuevo en el mundo y poder vivirlo en mis propias carnes.

Quiero aprender. Aprender todo lo que pueda, de todas las disciplinas que pueda. Sin que importe realmente qué en concreto. Aprender, sin barreras ni prejuicios, aumentar mis capacidades, aplicar dedicación y poder seguir creciendo como persona. Notar cómo voy logrando poco a poco el control de cada fibra muscular y cada recoveco de mi cerebro.

Quiero innumerables cosas, y a la vez no estoy seguro de quererlas. Quizás por eso no llego a pelear hasta la muerte por ellas, quizás porque tenga más impedimentos. Quizás porque, de todas las cosas, hay algo que tengo más claro que ninguna que quiero, que no se pelea con todas las demás sino que sería el complemento perfecto para todas.

Y quiero a ese imbécil.

Así que seguiré viviendo mi vida tratando de tachar las cosas de la lista que pueda realizar (si es que realmente deseo tacharlas, en lugar de vivirlas una y mil veces), aunque siempre tendré un ojo puesto en uno de los puntos.

Quiero disfrutar la vida, aprovecharla al máximo, poder reir, poder afirmar que he sido feliz y que en todo momento traté de aprovechar las millones de posibilidades que tuve siempre delante de mi.

Y quizás merezca la pena esperar otro año si en esa espera consigo ser feliz, a mi manera, como no podría ser de otra forma.

Cada uno sabrá qué proyectos tiene, qué está dispuesto a sacrificar y qué no. Luchad al máximo por lo que creáis conveniente; no importa lo demás si en tu interior lo tienes totalmente claro. Pero no olvidéis nunca de que las batallas no son siempre como nos las ha vendido Hollywood, sangrientas escaramuzas, disparos, explosiones, fuego y confusión. Un círculo vicioso de muerte y dolor.

Hay batallas divertidas, donde cada acierto es una satisfacción y cada fallo una lección que puedes asimilar con una sonrisa. Batallas que, realmente, podrían ser llamadas con más acierto “juegos”. Batallas en las que puedas disfrutar en su transcurso, aunque siempre sea mejor la victoria.

Si tenéis esto en mente, quizás la carga sea más liviana, agradable incluso.

Y quizás así, antes de daros cuenta la guerra ha terminado, y vuestra victoria no estaba en ningún momento al final de la batalla, sino cuando cambiasteis.

Y, quizás así, merezca la pena todo al fin y al cabo.

Suerte y ánimo, nadie dijo que fuera fácil, pero tampoco dijo nadie que “difícil” fuera equivalente a “malo”.